31 marzo 2009

Murió Raúl Alfonsín, el primer presidente de la democracia después del último golpe militar




martes, 31 de marzo de 2009

El ex presidente Raúl Alfonsín falleció hoy a las 20.30 producto de las graves complicaciones de salud que sufría desde ayer por el cáncer de pulmón que padecía.

El histórico dirigente radical dejó de existir en su casa de Capital Federal cuando dormía, según explicó su médico personal.

Una multitud se congrega frente a su domicilio para darle el último adiós.

Un referente de la democracia

Abogado, político y periodista, la historia lo recordará como el presidente que tuvo a su cargo consolidar la democracia luego de los oscuros años de la dictadura. Nacido en Chascomús el 12 de marzo de 1927, Raúl Alfonsín fue un gran activista por la defensa de los derechos humanos.
El año 1950 marcó el inicio de su actividad política. Apenas se recibido de abogado en la Universidad Nacional de La Plata comenzó a militar en el Movimiento de Intransigencia y Renovación de la Unión Cívica Radical, en Chascomús, donde participó de la fundación del diario "El Imparcial".

En su carrera fue concejal de su pueblo natal, diputado provincial en la Provincia de Buenos Aires y diputado nacional durante el gobierno radical de Arturo Illia. En sus primeros años de militancia fue encarcelado por la Revolución Libertadora y en 1966 fue detenido por un breve tiempo por la dictadura del general Juan Carlos Onganía.

Tres meses antes del golpe militar de 1976, Alfonsín fue una de las personalidades que fundaron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Esta asociación, que fue una de las primeras en hacerle frente a denominada “triple A”, cumplió un importante papel de defensa de los derechos humanos durante el proceso. Luego, con la restauración de la democracia creo la CONADEP, que realizó el informe Nunca Más.

Tras haber transitado por una vida política de prohibiciones y una situación internacional conflictiva, Alfonsín se convirtió en candidato a presidente luego de que se abriera el proceso de transición a la democracia a fines de 1982. Su contrincante político fue el peronista Ítalo Lúder.

Luego de luchar en una campaña electoral en la que no era el favorito, el 10 de diciembre de 1983 Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la Nación. La consolidación y difusión de la democracia fue su gran desafío y la inflación y la crisis de la deuda externa marcaron su debacle.

El gobierno líder radical, además de enfrentar una grave crisis económica, tuvo resolver una serie de problemas que marcaron su mandato. Entre ellos, dar una solución final al conflicto limítrofe del canal del Beagle.

Y, en la pascua de 1987, tuvo que enfrentar el primero de los levantamientos carapintada en democracia. La resolución del conflicto tuvo a Alfonsín emitiendo un discurso desde el balcón de la Casa Rosada, donde anunció la capitulación de los amotinados y dejó estampada la frase “la Casa está en orden”.

Dentro de las medidas más recordads que implementó para afrontar el hambre y la pobreza está la Caja PAN (Plan Alimentario Nacional).

El 10 de diciembre de 1989, era el día pautado para que Alfonsín dejara su mandato. Sin embargo, atosigado por la híperinflación, decidió adelantar 7 meses la fecha de las elecciones. Pasados los años, calificaría como "un error tremendo" haber tomado esa decisión.

Las elecciones se realizaron en medio del proceso hiperinflacionario y en un clima de desorden y saqueos. El 14 de mayo Carlos Menem triunfó con el 47% de los votos.

En la década del 90, el polémico Pacto de Olivos para reformar la Constitución Nacional marcó la vida política del líder radical. Allí se acordó no realizar un plebiscito, y aceptar la reelección por una sola vez de Menem, pero acortando el primer mandato.

Se estableció la figura del Jefe de Gabinete y el Consejo de la Magistratura para atenuar el presidencialismo. El Pacto de Olivos tuvo un impacto muy negativo sobre la UCR, que desde entonces no tuvo buenos desempeños en las urnas. El triunfo de la Alianza marcaría un retorno del carismático dirigente a la vida política.

El 2 de julio de 2008, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires lo nombró ciudadano ilustre, reconociéndolo por "su aporte permanente a la democracia y los derechos humanos".

Esa misma noche, se realizó el acto de homenaje en el Teatro Argentino de La Plata, en donde más de 4000 personas le agradecieron por su inagotable defensa de los derechos humanos y la democracia.

Ese mismo año, en un homenaje dirigido por la Presidenta Cristina Kirchner al cual asistieron casi 700 personas se inauguró un busto en su honor en el Salón de los Bustos de la Casa Rosada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Raúl, querido, el pueblo está contigo"

Anónimo dijo...

!!Gracias por la libertad ¡¡

RUBEN BASSI dijo...

Murio Raul R. Alfonsín. Un hombre bueno.

Cuando un hombre bueno muere, los demás humanos nos entristecemos, aún mas. Cuando un hombre bueno muere, nos sentimos desamparados. Con miedo.
Para quienes nacimos “civicamente” allá por el año 1982, con nuestro primer voto, el de nuestra primera decisión individual y colectiva. Ese voto, ¡¡Nuestro voto¡¡, cargado de fervor partidario que inundaba nuestras venas de sangre caliente, llena de jóvenes ideas; y con la esperma urgente. El recuerdo de ese Radical, “el de renovación y cambio”, de oratoria asombrosa y discursos memorables, nos viene a la mente.
Quizás, no lo se. Puede ser. Si este temor que hoy sentimos, todos, ante tanta discordia, tanto desencuentro, pueda disiparse pensando que un hombre bueno ha muerto. Tal vez, no lo se, podamos valorar este hecho triste; y nos crezca las ganas de preservar a los hombres buenos; y otra vez, ¡otra bendita vez¡, la sangre caliente llena de ideas e ideales, nos lleve con esta premisa a encontrarnos en un camino transitado por muchos hombres buenos; y nos encuentre sentados, mirándonos humanamente, mas allá de nuestras urgencias. De nuestras miserias. De nuestro maldito interés, egoísta, rastrero, de prevalecer ensuciando, maldiciendo, vituperando, traicionando.
Por al menos, durante unos minutos, miremos a ese hombre bueno, tendido para siempre, como dormido, su cuerpo. En ese instante, pensemos: ¡¡Cuanto nos hemos equivocado, juzgando livianamente algún hombre bueno, en algún instante de nuestras vidas¡¡¡. Odiándolo inclusive, con esta lengua fácil que nos domina. En esos minutos, puede ser, no lo se, veamos la salida de este laberinto de desencuentros. Aprendiendo a reconocer la esencia de lo bueno que esta en el otro.

Cuando un hombre bueno muere, es necesaria la reflexión, la misericordia. El respeto. El perdón. A sus errores y desaciertos, a sus palabras y a sus ideas. Aunque no sean las de uno. Aunque sean distintas. Aunque sean de otros. Aunque con el gesto duro hallamos vituperado su nombre; por las broncas, por no escuchar lo que queríamos escuchar. Por no pensar como el otro. ¿Que importa?, ¡¡si cuando un hombre bueno muere, todo ese recuerdo de desencuentros se derrumba¡¡. Hasta con lagrimas increíbles, que se escapan, buscando el cauce del río de los sentimientos; y que nunca pensamos ni soñamos verteríamos por el adversario. Por aquel, que nos había derrotado, a quienes lo enfrentamos.

Adiós, Raul Ricardo Alfonsín; y gracias; por estos, tus primeros minutos finales, donde nos mostraste, como tantos otros que se fueron, que el camino de la esperanza hacia un futuro feliz, simplemente, se construye a partir del hombre bueno.

Ruben Bassi
1er. Vocal
Sindicato Trabajadores de la Industria del Gas e hidrógeno
Patagonia Sur -